MARTHA MARTINEZ FACILITADORA DE HERRAMIENTAS DE AUTOAYUDA

LAS SANDALIAS ROTAS Hace alrededor de hace tres años me encontraba en la sala de un dispensario público, después de estar varias semanas con un dolor en la cintura, decidí que tenía que visitar un centro asistencial y fui al dispensario local. Cuando me anotaron y me dijeron que me sentara a esperar saqué mi mp3 para ayudar a mi poca paciencia y abstraerme de cualquier cosa que pasara a mi alrededor. El llanto de una niña en la sala de espera finalmente me saca de mi breve abstracción y me mete en un escenario que inicialmente me hizo poner una mueca de fatidio. Una madre evidentemente muy joven con una hija pequeña, 3 años tal vez. Como todo niño quería explorar el recinto y la madre no la dejaba. Cuando me hube enterado le subí más volumen a mi aparato, pero sus sollozos eran mayor así que me finalmente opté por prestar atención a la escena. Me di cuenta que la niña tenía una sandalia rota y ese era el motivo por la cual la madre no permitía que bajase de la silla. Los demás pacien