EL MUNDO PUEDE CAMBIAR

EL MUNDO PUEDE CAMBIAR
Hace un poco más de una década mi vida era tan común como cualquier persona que conozcas. De la casa al trabajo, del trabajo a la universidad, de la universidad a la casa. Luego la familia, el hijo, el esposo y nunca pensaba en algo distinto o diferente a eso.
Siendo todavía una adolescente, estando con un grupo de compañeros en un boulevard de la ciudad fui abordada por un hombre que intentaba pedirme dinero. Realmente no me di cuenta que quería hablar conmigo, él ofuscado por mi actitud de ignorancia, hizo una escena pública. Más que la escena me impactó lo que me dijo, que yo era una insensible y que sólo me importaba yo.
Mis amigos me sacaron de esa situación y no le dieron la mayor importancia, sin embargo siempre pensé en esa persona y por qué me decía eso. Gracias a Dios dentro de las limitaciones que todos podemos pasar, sólo recuerdo una niñez y una adolescencia con cierto grado de comodidad. Crecí en una zona privilegiada y en aquella época no se daba uno cuenta que la pobreza existía si vivía por ahí.
Eso fue bueno para mí pero al poco tiempo las vueltas que da el destino me llevaron a vivir lo contrario. Como siempre las separaciones en la familia traen rupturas de todo tipo y tuve que trabajar al mes de salir de la escuela y desde entonces lo hago.
Aunque fue inesperado, reconozco que fue bueno porque es parte de mi desarrollo y maduración como adulta. Pronto me di cuenta que la vida no era color de rosa y que la vida que me había favorecido hasta entonces también tenía otras formas que yo desconocía.
Me da vergüenza decir que creí que todo el mundo se bañaba con agua corriente, que tenía un techo e iba a la escuela. No sé porque me hice esa imagen si provengo de familia humilde y nací en una circunstancia de mucha humildad pero cambió antes de que yo pudiera recordarla.
Cuando busque salir de un estado emocional de desequilibrio que estuve viviendo, mi orientación era ayudarme a mi misma y eso lo logré. En algún momento enfrenté el reto de ayudar a los demás que inicialmente fue circunstancial, jamás me proyecté en hacer esta mi labor
Cuando empecé a consultar en un centro holístico, no podía evitar sentirme involucrada con las historias de las personas que conocí. Hubieron muchas, algunas continua el contacto, otras se perdieron, pero jamás dejé de pensar en ellas.
Hubo una mujer, era prostituta, la verdad que el oficio aún no había hecho mella en ella según lo que recuerdo porque si no lo dice, yo no lo hubiera sospechado, tenía una hora para consultarla y yo me deshacía en darle excusa para que cambiara su vida, que ella podía, sin embargo estaba muy imbuida por su realidad.
Otra, una mujer que no supo cómo llegó a donde estábamos, dijo que algo la desvió y sintió que debía ir por ese lado. No tenía intención de consultarse así que no tenía la disposición, creo que irradiaba rechazo porque el encargado no quería dejarle la consulta por menos y yo intercedí.
Años más tarde, en la escuela donde estudiaba mi hijo decidí involucrarme, más por la necesidad de que se regularizaran las clases que por colaborar, así que hice una propuesta. Era el salón donde él había estudiado desde tercer grado. La escuela es pública y era cómodo porque quedaba al lado de la casa y yo no tenía disposición para pagar una privada. Hice una propuesta y la dirección más motivada por el conflicto con los niños que por el interés de saber que iba hacer yo me acepto. Los niños eran violentos. Me propuse usar las herramientas de crecimiento personal para bajar la agresividad y hacer que los niñitos respondieran. En dos semanas los resultados fueron sorprendentes y en vez de recibir el apoyo administrativo, me sacaron. Sin querer hice que se cuestionara el sistema.
Recuerdo todos los niñitos y aún conservo los trabajos que hicimos. Una niña en particular, la más agresiva, me dijo: “maestra yo deseo que mi papá no siga drogándose” no estaba preparada para eso, así que cuando llegué a la casa me eche a llorar. Tal vez no hubiera aguantado, no podía dejar de enterarme que muchos eran víctimas de abusos de todo tipo.
El asunto es que si alguien quiere hacer algo por su entorno, no tiene que ir muy lejos, cerca suyo hay alguien que necesita ayuda. La mejor ayuda que puedes darle a alguien es contribuir con la elevación de su conciencia porque automáticamente contribuyes con la elevación de la conciencia de su entorno y así haces una cadena.
Eso es un propósito intrínseco en mi trabajo. Sin embargo ahora pensaba, será suficiente, podría hacer más, debería? Sólo dejo que la energía me lleve, después de años luchando con fenómenos psíquicos me convencí que no podría con esas fuerzas.
Gracias a Dios y al universo mucho de los que leen estas líneas sólo necesitan pensar en su crecimiento personal, en su desarrollo profesional, en su vida familiar, en ellos mismos nada más sin preocuparse por sobrevivir, pero lamentablemente, en este mundo esa no es la realidad absoluta.
Existe mucha injusticia, sin darnos cuenta somos injustos, pero la mayor parte de la injusticia es consecuencia de la imposición de los poderes. Este es el sistema en el cual vivimos, muchos gozamos de sus bondades pero la mayoría no. Claro que pagamos un precio, los que estamos “cómodos” lidiamos diariamente con la soledad, con la incapacidad de no poder abrir nuestros corazones porque no sentimos confianzas y tememos ser vulnerables, entonces nos ahogamos en objetos que podemos comprar buscando una pseudo satisfacción que nunca llegamos alcanzar.
Pero otros son víctimas de la exclusión, el maltrato, la ignorancia, y todo tipo situaciones que no alcanzaría a imaginarme. Estaremos exentos de esa realidad, alguna vez nos hemos preguntamos si parte de las enfermedades que padecemos no son consecuencia de esa energía que está en el planeta.
Quiero hacer esta reflexión para que la próxima vez que veas a una persona buscando comida de la basura, te compadezcas de él, le des gracias a tu alma por haber superado ese aprendizaje y lo admires por su elección.
Y también para que sepas que en un grado, parte de lo que te sucede es la consecuencia de la energía discordante que fluye en el planeta y que si cada uno de los que existimos no contribuimos para que cambie, seguiremos siendo víctimas de nosotros mismos.