FELIZ NAVIDAD Y UN PROSPERO AÑO NUEVO
UN CORAZÓN ROTO
Después
de muchas rupturas, decepciones, separaciones, traiciones, falsas ilusiones,
esperanzas perdidas, se encuentra el corazón de alguien en la etapa de la vida
al final de la madurez. Esa navidad por diferentes circunstancias, sobre todo
internas, la pasaba sin ninguna otra compañía que sí mismo.
Cuando
amaneció decidió no pensar mucho. Salió temprano hacer las compras necesarias
puesto que el día siguiente todo estaría cerrado y tampoco quería encontrarse
con personas comentando y preguntando sobre lo que hicieron la noche anterior.
En
cada tienda que compro, cada persona le deseo una feliz navidad, lejos de
sentirse alegre, se molestó, “qué les pasa, este es un día como cualquiera”
Había
mucha actividad en la calle así que regresar a la casa resultó ser todo un
desafío, decidió que prefería dejar de comprar algunas cosas que eran
necesarias con tal de evitar las aglomeraciones de gente riendo y festejando.
Al
llegar a su casa, tuvo que esperar a que unos vecinos movieran un vehículo para
poder entrar. Bajaban cajas y cosas que serían para celebrar en familia ese
día. No se sabe si fue ese evento o la suma de eventos de su vida, pero estallo
en cólera. Armó semejante alboroto reclamando no sé qué derecho establecido en
la ordenanza municipal número tal.
Unos
hombres jóvenes, embargados por la euforia del días más unas cervezas le
salieron al paso lanzando una retahíla de improperios que antes de que respondiera una señora
bonachona salió al paso argumentando que era víspera de navidad y que no se
podía reaccionar con violencia.
Todos
se calmaron o por lo menos lo aparentaron, movieron el vehículo y suspiró
cuando se encontró en su puesto de estacionamiento.
Pensó
un poco antes de bajar del carro pero se armó de orgullo y de quien ostenta la
verdad y con una altivez pasó frente al grupo lanzando un gruñido como perro
con rabia.
Nadie
prestó atención salvo la misma señora que antes interfirió en la disputa
exclamando ¡Pobre, todavía tiene su corazón roto!
Al
llegar la noche, la algarabía del ambiente ensombreció más su humor, intentó
leer pero fue imposible concentrarse, se encerró en su habitación y subió el
volumen a la televisión pero aun así, no consiguió dejar de prestar atención al
ruido que había afuera.
Nuevamente
pensó que los demás estaban listo para botar la casa por la ventana por tan
sólo unas horas para luego llegar al año siguiente pidiendo prestado.
El
timbre de la casa lo sacó de su breve abstracción y cuando abrió se sorprendió
al ver a una mujer, vestida con traje de fiesta y un paquete en la mano.
Abrió
la puerta con una mueca en la boca, pero la mujer no se dejó influenciar por su
estado de ánimo, nuevamente lo sorprendió con un abrazo efusivo y un beso en la
mejilla.
Habló
tan rápido, según porque tenía prisa que no entendió nada, recibió el paquete y lo dejó con desdén
en una mesa cercana, la mujer nuevamente no prestó atención, con la misma
emoción con la que llegó se fue, pero ya afuera en el pasillo, mientras
esperaba el ascensor, cambió su cara y lamento que todo fuera así, una lágrima
intentó salir del ojo izquierdo, pero antes de que rodara, ella subió la cara y
no se sabe qué pensó, pero su cara se iluminó.
Adentro,
el corazón roto decidió irse a dormir, cerró la puerta de la habitación y las
ventanas, aunque no sirvió de mucho contra el ruido.
En un
sueño profundo, sintió que una asfixia lo despertaba súbitamente, todo fue tan
violento que al final lanzó un último suspiro y luego no respiró más. ¡Qué
extraño! , pensó, se vio muerto en la cama, la inmovilidad de su cuerpo lo
aturdió, fue como recibir un balde de agua fría mientras se está dormido.
Lo
demás fue confuso, estaba frente a una pantalla como de cine, las imágenes no
las reconoció al principio, eran muy viejas, relacionadas con eventos de su
vida, su niñez, pero luego empezó a recordar y mientras estas pasaban, las lágrimas
que primero se agolparon en su garganta salieron por sus ojos y mojaron su
ropa.
No
pensaba, reaccionaba con las emociones que había vivido en cada momento y sin
darse cuenta dejó de pensar o establecer juicios sobre lo que ya había
acontecido.
Olvidó
que ya estaba muerto incluso, el último recuerdo, el más fresco y que melló su corazón fue la partida de la mujer que
había venido temprano con una caja en la mano. Las próximas imágenes era
abriendo la caja, encontró una pequeña imagen que un día le obsequió.
Esperándola a que saliera del trabajo, un vendedor ambulante se acercó con la
imagen de una virgen tallada en una piedra, cuando ella llegó, se la
entregó llorando y luego ambos lloraron
sin explicación.
La
pantalla se apagó y todo se puso oscuro, sentía que caía en esa oscuridad hasta
que de repente abrió los ojos.
Tomó
una bocanada de aire y se secó las lágrimas que aún brotaban. Tenía en su mente
todas las imágenes y parecían tan reales, miró el reloj y aún no era media
noche, no recordó cuando se acostó.
Con
prisa se levantó a abrir la caja y encontró la imagen, nuevamente empezó a
llorar pero esta vez, las lágrimas salían del corazón, lo iban descongelando a
medida que brotaban y la actitud dura de la cara se fue suavizando y mostró un
hombre aún joven, bien parecido.
Levantó
el auricular del teléfono de la casa y marcó un número que sabía de memoria,
“no lo he olvidado” del otro lado de la línea una voz dulce y melodiosa dijo
“Feliz Navidad”.
A
partir de ese día volvió el dialogo entre estas dos personas, una tarde
sentados en una vieja banca que compartió el amor que se profesaron algún día,
llegaron a la conclusión, que la única forma de que el corazón se halla roto es
porque vivió cada uno de los eventos donde sufrió porque amo aunque fue
condicionalmente.
El
tiempo no se regresa, todo tiene un principio y un final independientemente de
cómo pasen los eventos.
Feliz
Navidad y un próspero año nuevo, deseo que tengan, un día, una semana, un mes,
un año y toda una vida llena de ilusiones y eventos que vivan como si fueran el
primero y último.
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